Monday, November 26, 2012

Capitulo IV


Si, realmente el tiempo se pasa rápido cuando se disfruta. Esas dos horas que estuve con Lauren no fueron suficientes. Necesitaba seguir hablando con ella, seguir conociéndola. Nunca me había pasado eso con un paciente, siempre he calculado muy bien mi tiempo. No suelo ser de esas personas que llegan tarde a sus compromisos, a excepción de la primera cita con Lauren.

Lauren era lo único que estaba en mi mente últimamente. Esa niña y sus ojos azules le dan un sentido completamente diferente a la manera en que veo las cosas. Si, nunca había trabajado con un paciente suicida, pero eso no significa que no sepa como son, y Lauren definitivamente no entra en el prototipo.

Llegue tarde ese martes al departamento, tuve que quedarme más tiempo gracias a la prolongada cita con Lauren. Su nombre ha sido pronunciado incontables veces en mi cabeza esta noche.

“De ojos azules y de rostro pálido, Lauren…”

Y seguía sin poder concentrarme en mi introducción. Estuve revisando mis demás archivos, los ya terminados, y traté de guiarme un poco con ellos pero ninguno me daba una idea de que escribir sobre Lauren.

Eran las 11:37 de la noche, mañana no tenía paciente hasta las 3 p.m. y necesitaba un trago. No quise ir a ningún bar cerca de mi departamento, quería abandonar la rutina. Manejé unos 15 minutos hasta que encontré uno decente y me estacioné.

Fui hasta la barra y pedí una cerveza. Ponerme ebrio no era exactamente lo que quería, no esta noche por lo menos. Tenía algunas botellas en el departamento pero quería salir para relajarme un poco.

Una pelirroja se acercó a platicar conmigo. Pretendí que me importaba lo que decía solo por no ser grosero, pero desde que me divorcié de Rachel tengo algo en contra de las pelirrojas, todas me recuerdan a ella, quizás por eso Sandra, la secretaria, no me caía del todo bien. Y hablando de Rachel, hoy también trató de comunicarse conmigo, ahora en la clínica.

Estuve platicando un tiempo con la pelirroja y una amiga suya hasta que algo llamó mi atención. Al extremo del bar estaba Kenneth London, el padre de Lauren. Me disculpé con mis acompañantes y me dirigí hasta él. Caminé sin pensar qué le diría o porque me estaba acercando hacia él. Cuando estuve cerca levantó la vista y me sonrió.

- ¡Vaya! Que sorpresa, Dr. Walker, ¿Cómo estás?
- Por favor llámeme Mark, bastante bien, gracias, ¿usted?
- Estoy viejo pero no es necesario el usted. Y estoy algo tenso, tú sabes, con todo lo de Lauren, algunas cosas del trabajo y Gina está enojada porque tuvimos que cancelar un viaje.

Fue una plática bastante aburrida. Olía a una combinación de tequila y vodka, y por su tono de voz creo que no le faltaba mucho para estar ebrio, muy ebrio. Me contó que Lauren iba a la Universidad de Diseño, o eso creía él. Me contó la noche en que la encontró en el piso del baño, con las muñecas desangrándose. No me dijo nada que no supiera acerca de ella. No sé en que estaba pensando al acercarme a él.

- Y estaba pensando en ir a visitarla a la escuela mañana, tú sabes, una sorpresa, y después llevarla a su restaurante favorito. Estamos en Octubre y no falta mucho para que llegue la época de exámenes y con ella el estrés, creo que una visita le sentará bastante bien.

¿Visitarla? No puede. No, Lauren no asiste a la escuela desde hace dos años. Si Kenneth va, se dará cuenta de todo. Debo decirle a Lauren. ¿En qué estoy pensando? Sus padres deberían saber lo que está haciendo, pero ¿Por qué me estoy preocupando tanto por ella? Definitivamente no está bien que les mienta. Debería decirle en este momento la verdad.

Pero no pude, simplemente ordené otra cerveza y me despedí.

Llamé a Sandra y le pedí el teléfono de Lauren. Al principio dudó pero le dije que era algo importante relacionado con sus padres, y bien, no era ninguna mentira. Llegué al departamento y tomé mi celular de la bolsa de mi pantalón. Marqué el número y esperé. Sonó y sonó, quizás ya estaba dormida. Esperé un poco más y una voz un poco dormida me contestó:

- ¿Si? ¿Quién habla? ¿Sabes la hora que es? – No había notado que era casi la una de la madrugada.
- Lauren, habla Mark, disculpa la hora, pero tengo al que decirte. – duró un tiempo en silencio y después volvió a hablar.
- ¿Mark? ¿Dr. Walker?
- Si, Lauren, escucha, vi a tu padre hace unas horas en un bar por el boulevard Edgemont, y ya sé que no estás estudiando, y por eso te digo esto, quiere ir a visitarte mañana al campus. – Guardó más silencio que la primera vez.
- Doc… Usted… ¿Cómo?
- Lauren, eso no es lo importante ahora. Dime, ¿qué piensas hacer? – por alguna extraña razón estaba nervioso e impaciente.
- Yo… Oh, no. Mi carro está en el taller, ¿dijo a que hora iría? – sonaba bastante nerviosa, y puedo imaginar porque.
- Quería llevarte a comer.
- Solo esto me puede pasar a mí… No tengo idea. No tengo carro y la Universidad queda casi a una hora de mi departamento.

Mark, ¿qué estás apunto de hacer?

- Dime dónde paso por ti, yo te llevo. – ya era la tercera vez que se quedaba callada.
- No es necesario, puedo arreglármelas, de verdad, Doc…
- Lauren, - la interrumpí – no es problema, dime donde te veo y a que hora.
- Mi departamento no queda muy lejos del boulevard Edgemont, está a unos 10 minutos. Pero sería mejor verte en el café que está por la calle Edforth Way, Julie’s. ¿Lo conoces?
- Si, ¿te parece a las 10:30? – me parecía increíble lo que estaba haciendo, pero aun más increíble era que ella estuviera aceptando. Supongo que estaba muy asustada de que sus padres supieran la verdad, de otra manera no haría una cosa como esta.
- Está bien, de verdad, te lo agradezco. No tienes por que hacer esto.
- No es ningún problema, descansa y te veo mañana, más tarde en realidad.
- Hasta entonces, descansa también, Mark.

Mark. Era la primera vez que me llamaba sólo por mi nombre. Nunca me había gustado que mis pacientes lo hicieran, sin embargo no me molesto en absoluto que Lauren lo hubiera hecho.

Veré a Lauren mañana. Estaré con ella una hora en mi auto. Esto nunca me había pasado con ningún paciente. “Nunca mezcles tus asuntos personales con el trabajo, Mark.” Decía mi padre. ¿Por qué me sentí tan obligado a ayudar a Lauren? Y qué tipo de ayuda le estoy dando… Debería influenciarla de una buena manera, y en cambio la estoy ayudando a mentirles a sus papás. Buena esa, Walker.

Concilié el sueño poco después de las 2 y a las 8:45 sonó mi alarma y me metí a bañar. Tal parece que el departamento de Lauren no queda lejos del mío, a unos 10, máximo 20 minutos, sin embargo ella prefirió verme en un café. Julie’s. Estuve ahí con Rachel unas cuantas veces.

A las 10:15 llegué a Julie’s y Lauren estaba sentada en una mesa pegada a la ventana, lo cual me daba una perfecta visión de ella. Parecía tan tranquila, nada alarmada por la situación. Estaba leyendo un libro cuyo nombre no alcance a leer. No me bajé del carro hasta que dieron las 10:25. No pude dejar de verla por 10 minutos, tan pálida y sin embargo tan brillantes sus ojos azules. Nunca había notado lo largo que era su cabello. No era como la mayoría de las adolescentes, nunca la he visto con más maquillaje del que necesita, aunque probablemente no necesite, su piel es muy bonita. Sácala de tu cabeza, es una niña. Me decía mi subconsciente, a lo cual contesté: No estoy haciendo nada malo.

Cuando entré al café Lauren volteó y en cuanto sus ojos se cruzaron con los míos no pude evitar sentir algo extraño en mí, ¿alegría? ¿Satisfacción? No lo sé. Me acerqué a ella y se puso de pie y con una sonrisa bastante amplia me recibió.

- Doc, buenos días – dijo mientras me ofrecía su mano. – Gracias por venir, de verdad.
- No es problema, ¿ya desayunaste?
- No, pensé en esperarte.
- Entonces vamos a ordenar algo. – dije mientras le ofrecí una sonrisa.

Nos dirigimos a la caja y evaluando el menú, supe al instante que quería. Lauren aun parecía indecisa. Esperé unos segundos y después le pregunté qué quería.

- Un chocolate caliente, blanco y un muffin de plátano con nuez. – dijo mirando también a la cajera. Le sonreí a Lauren y después ordené.
- Un caramel macchiato, por favor, es todo.  

Antes de que pudiera sacar dinero de su cartera, le ofrecí mi tarjeta a la cajera.

- No es necesario, Doc, ya harás suficiente por mí el día de hoy. – dijo un poco apenada.
- Por favor, no es nada.

Realmente no lo era. Fuimos a la mesa nuevamente y nos sentamos. A diferencia de cuando la vi desde mi carro, ahora parecía un poco nerviosa, ansiosa quizás. Guardó el libro que traía en las manos en su bolsa. Antes  de poder decirle algo, una mesera nos llevó nuestra orden. No pude evitar sentirme algo nervioso también, como si estuviera en prepa y tuviera que dar un discurso frente a toda una audiencia. Comenzó con su muffin y la miré silenciosamente. Cuando me vio sonrió y fue ella quien rompió el silencio:

- ¿Qué más hablaste con mi papá?
- Nada que no supiera. Esperaba recibir un poco más de información, para serte sincero. Pero al parecer él tampoco sabe mucho de ti. – tomó de su chocolate y después continuó hablando.
- Es difícil que sepa sobre mi, nuestra relación padre-hija nunca fue la mejor.
- Ya veo. Es difícil conseguir información tuya. ¿Ese problema que tenías de confianza conmigo está desapareciendo? De otra manera no hubieras aceptado esto. – dije con una sonrisa. La sorprendió mi pregunta, pero no se apenó, en cambio sonrió nuevamente y tomó más de su chocolate.
- No te creas tan afortunado, Mark Walker. La confianza se gana con el tiempo, y apenas llevamos 4 horas y – revisó su reloj – 20 minutos de conocernos.

Ambos reímos y continuamos comiendo.

Terminamos nuestros respectivos alimentos y nos dirigimos al carro. Abrí su puerta y sonrió al subirse. Si, Lauren, todavía existen los caballeros. Me subí al carro y lo encendí.

- Bonito carro, Doc.
- Gracias, Lauren.

Los primeros 30 minutos estuvieron bastante tranquilos. Platicamos de cosas irrelevantes. Hasta que cuando arremangué mi playera, volteó a verme. Estaba vestido muy casual, llevaba unos pantalones de mezclilla y una playera de manga larga. Al parecer le sorprendió ver que tenía un tatuaje en el brazo.

- ¿“Versuch sterben”? ¿Qué significa? A pesar de que dudo que sepa alemán, no lo pronunció tan mal.
- Morir intentando. Es alemán.
- ¿Algún significado en especial? Y, ¿por qué en alemán?
- Es una canción. Y creo que es preferible una muerte después de haberlo hecho e intentado todo. Antes me era más claro el significado, ahora lo veo como una canción. Fue mi primer tatuaje, tenía 17. Y soy mitad alemán. Mi madre es alemana, tengo familia allá. Walker Kügler es mi apellido completo.
- ¿Kügler? – era bastante divertido escucharla pronunciar palabras en alemán, sonreí y continué escuchando - ¿17? Vaya, eso debió haber sido hace siglos. – dijo con un tono burlón y se empezó a reír. No pude evitar hacerlo también. - ¿Primero? ¿Hay más?
- Tengo en el omóplato izquierdo, bícep derecho y uno pequeño en la clavícula. – parecía bastante emocionada con mi corto relato.
- ¿Crees que los pueda ver algún día? Me gustan los tatuajes. Siempre he querido uno pero nunca he tenido el valor…
Se quedo muy pensativa durante un tiempo. Como si estuviera recordando algo doloroso. Sacudió su cabeza y volteó a verme nuevamente.

- Claro, no veo por que no. – sonreí y pise el acelerador.

Llegamos a las 11:57, Lauren no bromeaba al decir que estaba a una hora.  Kenneth ya le había mandado un mensaje a Lauren avisando que llegaría a la 12:15. Me estacioné en la puerta del amplio campus. “Alberta College of Art &Design”. Nuestros departamentos estaban en Hamptons, y la universidad estaba casi en Sunnyside. Se desabrochó el cinturón y se volteó hacía mí.

- Muchas gracias, de verdad no tenías por que haber hecho esto.
- Deja de decirlo, estaré por los alrededores. Márcame cuando te hayas desocupado. – se puso un poco roja y sonrió. Hace tanto que no veía unos ojos como los suyos, tan inocentes e intrigantes. Sé que hay muchas cosas que aprender aun sobre Lauren, y lo haré, no lo dudo.

Salió del carro y me fui. ¿Qué tiene Lauren que no dejo de pensar en ella? Nunca me había pasado esto con un paciente. Me intriga su vida. No he conocido su verdadero problema, tampoco mencionó en todo el camino que se había salido de la escuela. Esperaba que pudiera decirme algo por su propia voluntad, pero supongo que tendré que esperar para saber.