Saturday, December 1, 2012

Capitulo V


Sigo sin creer que estoy aquí. Parece apenas ayer que decidí dejar la escuela. Hace tanto que no la veía. Que día tan extraño he tenido. Nunca imaginé que volvería a poner un pie aquí. Y aun más extraño es el hecho de que Mark me haya traído hasta aquí. Anoche cuando me llamó, no podía creerlo, que él me estuviera buscando, y ¿cómo se enteró de que no estoy estudiando? No debería saber eso de mí, sin embargo me salvó de tener otro problema con mis padres.

No llevo ni dos semanas de conocerlo y ya estuve en un carro con él. Quién diría que mi psiquiatra se fuera a preocupar tanto por mí. Hoy se veía bastante bien. Si, con su traje, zapatos de vestir y corbata se ve muy guapo, pero verlo con jeans y una playera no estuvo nada mal, además pude ver uno de sus tatuajes. Tatuajes y un buen carro, excelente combinación. Un BMW, no sé de que año ni que modelo, nunca me ha interesado saber de carros. Cuando me doy cuenta de cuantas cosas buenas tiene Walker, me pregunto porque se habrá divorciado. Quizás él fue quien la dejó, porque no veo nada malo en él, todavía.

No era mentira que quería hacerme un tatuaje, pero el hecho de pensar que tendría que pasar dolor ocasionado por alguien más me aterraba. Si, yo me lastimaba todo el tiempo, pero no soportaría dolor físico por parte de alguien más. Cada día que pasaba con Mark me contaba algo nuevo. Nunca imaginé que fuera alemán. ¿Qué hace una familia mitad alemana en Canadá? ¿Viaja seguido para ver a su familia? Supongo que de regreso le preguntaré más acerca de eso. Ya he visitado Alemania, pero el país que realmente me llamaba la atención era Australia. Australia, si, eso me gustaría.

Mi papá me sacó un susto cuando me tapó los ojos. Estaba sentada en una banca y cuando voltee a verlo me estaba mirando con una sonrisa que hace mucho que no veía en él. Me dio un abrazo y se lo regresé.

- Laurie, me da mucho gusto verte, perdón por no haberte visto el domingo, tu madre y yo estuvimos muy ocupados.
- No importa papá, gracias por venir hoy.

Me soltó y fuimos hacia el carro. Parecía bastante contento de verme. Nos subimos y encendió el radio. Era el CD que le había regalado en su cumpleaños hace 3 meses. Volteó a verme y me sonrió.

- ¿Dónde quieres comer?
- No sé papá, escoge tú.
- Se me antoja un Carpaccio, ¿qué te parece? – sabe que es uno de los pocos platillos que no toleró.
- Buena broma, me gusta la carne cocida. – dije burlándome de él.
- Blink, será.

Blink era mi restaurante favorito desde pequeña. No quedaba muy lejos de la escuela, pero antes teníamos que conducir 1 hora para llegar.

Toda la comida estuve pensando en Walker. Mi papá parecía algo preocupado por mí, me estuvo preguntando muchas cosas. Vaya, nunca había hablando tanto con él. No sé porque de repente estaba mostrando tanto interés en mí. Intentaste suicidarte, Lauren. Claro.

Al regresar a la escuela, me dio otro abrazo y un beso.

- Me dio gusto verte hoy, cuídate, ve a la casa pronto.
- Claro papá, saluda a mamá.

En cuanto me quedé sola, le marqué a Mark. Le avisé que ya estaba lista para irme y dijo que estaría aquí en cinco minutos. Eran casi las 2. Las comidas con mis papás nunca eran largas, sin embargo esta se extendió bastante.

Me senté en una banca y saqué un libro que traía en mi bolsa. Leer es probablemente mi pasa tiempo favorito, no es que tenga muchos realmente pero es algo que disfruto. No me gusta cocinar, nunca hago ejercicio, y ya desde hace tiempo le perdí el interés a la música. Sé tocar el piano, la flauta y la guitarra, mis papás pensaron que llevar clase de música desde muy pequeña sería algo bueno para mí, y lo fue durante algún tiempo, pero ahora casi nunca escucho música.

Levanté la vista y vi que Mark estaba llegando, se estacionó donde me había dejado hace unas horas, guardé mi libro y fui hacia su carro. Se bajó para abrirme la puerta, le sonreí y subí.
- Perdón por la tardanza, Mark. No sabía que tomaría tanto tiempo una simple comida. – dije sonriendo. Se abrochó el cinturón y volteó a verme. No parecía enojado o impaciente.
- Está bien, tuve tiempo  de ir a un restaurante al que hace mucho no iba. ¿Qué tal tu comida?

¿Más preguntas, Doc? Si alguien aquí hará un cuestionario, esa seré yo.

- Bien, parecía feliz de verme. Entonces… ¿Alemania? ¿Viajas mucho para ver a tu familia? – se sorprendió un poco pero no tardó en contestar.
- Si, Lauren, Alemania. Viajo una vez al mes con mis papás y mi hermana si el trabajo nos lo permite.
- ¿Tienes una hermana? No sabía. – no tienes porque saber cosas de él, Lauren.
- Si, Abby, tiene 21 años, vive en Vancouver, pero la semana pasada vino de visita. – se quedó callado unos momentos, y después volteó a verme, rápidamente para no perder de vista el camino, me gusta verlo manejar. – Lauren, ¿por qué tus padres no saben que no estás estudiando?
- Mark… No sé como te enteraste…
- No te preocupes, no les diré nada, pero no hay manera de que te bajes de este carro sin haberme contado. – parecía serio.
- ¿Qué carro es este? – es fácil desconcentrar a los hombres, más cuando se trata de carros.
- BMW Serie 7, 2013. Ahora, soy todo oído.
- ¿2013? Es un bonito carro, Doc…
- Lauren. – lo dijo en un tono tan serio que casi sonó como mi papá.
- De acuerdo. – me resigné y todos lo que viví hace dos años volvió a mi mente. – Tenía 17 cuando ingresé a la Universidad. Siempre me gustó el diseño, sin embargo mi suerte en las escuelas a las que he asistido nunca ha sido la mejor. No duré ni un semestre. Me salí de estudiar, no les dije a mis papás y ellos seguían pagando la colegiatura.  A los 18 me mudé y me mandaban el dinero para que yo lo hiciera, claro que lo usaba en otras cosas. Hace unos 4 meses se graduó David, un estudiante de la misma Universidad. Empecé a trabajar como su asistente y eso es lo que hago hasta la fecha.

Traté de ser lo más rápida posible. No quería que supiera tanto. No me sentía segura en la escuela, pero la principal razón de mi salida fue Andrew Thomas, hijo de mi ex director de primaria. Él sabía todo lo que su padre me había hecho, intento hacer lo mismo cuando vio que estudiaríamos juntos. No podía seguir ahí y decidí salirme. Regresé la mirada a Mark y estaba serio, no parecía satisfecho con lo que le había contado.

- Lauren, no es sencillo ganarse la confianza de algunos pacientes, y aunque soy una persona muy paciente, nunca había tenido tanto interés en los problemas de un paciente. Te lo he dicho varias veces, quiero ayudarte.

Interés. Mark estaba interesado en mí. Sonreí y no dije nada. Le conté un poco de lo que hacía con David y pareció relajarse.

- ¿No tienes pacientes hoy?
- Tengo uno a las 3. – revisé mi reloj y vi que eran las 2:37.
- Mark, no falta nada para las 3. – dije preocupada, es mi culpa que no llegué a tiempo.
- Lo sé, y no hay problema. Le avisé a mi padre y dijo que él lo tomaría. - ¿así de fácil? No podía dejar de ver su tatuaje. Versuch sterben. Una frase que no me queda, quise morir sin haber intentado seguir adelante, ser feliz. Miré hacia la ventana, era un día bonito. No hacía tanto frío como otros días. Ya casi era otoño y muy pronto tendría que sacar toda mi ropa de frío. Calgary no es un lugar cálido, sin embargo estar a 10° es perfecto para no traer suéter.  
- ¿De que parte de Alemania es tu mamá? Fui hace algunos años, tú sabes, para no ser una molestia para mis padres. Berlín y después Polonia.
- Stuttgart. Mi papá es de aquí. Ella quería que naciera allá, sin embargo al querer regresar le dijeron que su embarazo estaba muy avanzado y que no era seguro viajar. Siempre le reclama a mi papá diciendo que lo hizo a propósito. Vivimos allá  5 años, en Stuttgart, Munich y Dresden. Cuando mi mamá estaba embarazada de Abby volvimos y nació allá. Le pareció justo a mi papá.

Se veía tan tranquilo y sin preocupaciones cuando hablaba. ¿Por qué no podía sentirme así? Siempre estaba insegura de lo que iba a decir, y a él nunca le faltaban las palabras. ¿No tiene defectos este hombre?

- ¿Stuttgart? – dije lentamente, y se rio - ¡Oye! Nunca fui buena en alemán, o portugués. Mis papás intentaron de todo. ¿Qué tan bueno es tu alemán?
- Bastante bueno, y lo digo sin presumir. – Sonrió y volteó a verme, - Ich mag deine Augen.

Wow. Su tono y su mirada. No tengo idea de qué fue lo que dijo pero sonó bastante bien. Sé un poco de francés. No puede saber todos los idiomas del mundo.

- Je n'aime pas la viande crue.
- Moi non plus, juste assez cuite.
- ¿Hay algún idioma que no sepas? – dije sorprendida. Un dato más sobre él: tampoco le gusta la carne cruda. - ¿Qué significa lo que dijiste? No lo voy a repetir, no te daré el gusto de burlarte de mi otra vez.
- Me gustan tus ojos. – volteó a verme y sus ojos estaban fijos en los míos. No sabía que decir. Nunca me habían dicho algo así, siempre habían sido insultos. Estoy segura que mi cara estaba completamente roja.
- Gracias. No es algo que escucho muy a menudo.
-  No debería ser así. Estamos por llegar, dime por donde llegó a tu departamento.

Le di indicaciones y llegamos en 10 minutos. Se estacionó en la entrada y me volteó a ver.

- Me gustó la plática de hoy. Es interesante que aquí no hayas puesto ningún pero y en la clínica me hagas el trabajo un poco difícil.
- Nada es fácil en la vida, Doc. Gracias, de verdad. – sus ojos seguían fijos en mí. ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué estaba sintiendo? Sus ojos, su nariz, su boca, la barba que muy apenas se asomaba en su barbilla, todo era tan perfecto en él, y la manera en que me miraba.
- ¿Te veré mañana? – su voz.
- Si, gracias Mark. – Y sin pensarlo me estiré hacia él y le di un beso en la mejilla. Le sonreí y me bajé rápido del carro. No quería escuchar nada o ver que hacía.

Entré a la recepción y vi que seguía allí. No me podía ver a través de las puertas pero yo si. No alcanzaba a ver su rostro por los vidrios un poco polarizados. Duró unos segundos más y se fue.

Mark me hacía sentir diferente. Me sentía feliz cuando estaba con él, mis preocupaciones se iban, esa necesidad de ver sangre salir de mi cuerpo se extinguía cuando escuchaba su voz. ¿Qué me estaba pasando con él?

Subí a mi departamento y me recosté en el sofá. Empecé a recordar todo lo que había pasado. “Nunca había tenido tanto interés en los problemas de un paciente.” ¿Era cierto? “Me gustan tus ojos.” Mark me dio mucho que pensar. Claramente no puede ser cierto eso. Soy un desastre de persona y nunca hago las cosas bien. Nadie ha mostrado interés en mí, nunca, pocas veces mis papás.

Quizás sólo estaba siendo amable, probablemente es algo que le diga muy seguido a todos sus pacientes. No pude concentrarme en la película que estaba en la televisión. Seguía pensando en él y en lo que estaba despertando en mí.


Monday, November 26, 2012

Capitulo IV


Si, realmente el tiempo se pasa rápido cuando se disfruta. Esas dos horas que estuve con Lauren no fueron suficientes. Necesitaba seguir hablando con ella, seguir conociéndola. Nunca me había pasado eso con un paciente, siempre he calculado muy bien mi tiempo. No suelo ser de esas personas que llegan tarde a sus compromisos, a excepción de la primera cita con Lauren.

Lauren era lo único que estaba en mi mente últimamente. Esa niña y sus ojos azules le dan un sentido completamente diferente a la manera en que veo las cosas. Si, nunca había trabajado con un paciente suicida, pero eso no significa que no sepa como son, y Lauren definitivamente no entra en el prototipo.

Llegue tarde ese martes al departamento, tuve que quedarme más tiempo gracias a la prolongada cita con Lauren. Su nombre ha sido pronunciado incontables veces en mi cabeza esta noche.

“De ojos azules y de rostro pálido, Lauren…”

Y seguía sin poder concentrarme en mi introducción. Estuve revisando mis demás archivos, los ya terminados, y traté de guiarme un poco con ellos pero ninguno me daba una idea de que escribir sobre Lauren.

Eran las 11:37 de la noche, mañana no tenía paciente hasta las 3 p.m. y necesitaba un trago. No quise ir a ningún bar cerca de mi departamento, quería abandonar la rutina. Manejé unos 15 minutos hasta que encontré uno decente y me estacioné.

Fui hasta la barra y pedí una cerveza. Ponerme ebrio no era exactamente lo que quería, no esta noche por lo menos. Tenía algunas botellas en el departamento pero quería salir para relajarme un poco.

Una pelirroja se acercó a platicar conmigo. Pretendí que me importaba lo que decía solo por no ser grosero, pero desde que me divorcié de Rachel tengo algo en contra de las pelirrojas, todas me recuerdan a ella, quizás por eso Sandra, la secretaria, no me caía del todo bien. Y hablando de Rachel, hoy también trató de comunicarse conmigo, ahora en la clínica.

Estuve platicando un tiempo con la pelirroja y una amiga suya hasta que algo llamó mi atención. Al extremo del bar estaba Kenneth London, el padre de Lauren. Me disculpé con mis acompañantes y me dirigí hasta él. Caminé sin pensar qué le diría o porque me estaba acercando hacia él. Cuando estuve cerca levantó la vista y me sonrió.

- ¡Vaya! Que sorpresa, Dr. Walker, ¿Cómo estás?
- Por favor llámeme Mark, bastante bien, gracias, ¿usted?
- Estoy viejo pero no es necesario el usted. Y estoy algo tenso, tú sabes, con todo lo de Lauren, algunas cosas del trabajo y Gina está enojada porque tuvimos que cancelar un viaje.

Fue una plática bastante aburrida. Olía a una combinación de tequila y vodka, y por su tono de voz creo que no le faltaba mucho para estar ebrio, muy ebrio. Me contó que Lauren iba a la Universidad de Diseño, o eso creía él. Me contó la noche en que la encontró en el piso del baño, con las muñecas desangrándose. No me dijo nada que no supiera acerca de ella. No sé en que estaba pensando al acercarme a él.

- Y estaba pensando en ir a visitarla a la escuela mañana, tú sabes, una sorpresa, y después llevarla a su restaurante favorito. Estamos en Octubre y no falta mucho para que llegue la época de exámenes y con ella el estrés, creo que una visita le sentará bastante bien.

¿Visitarla? No puede. No, Lauren no asiste a la escuela desde hace dos años. Si Kenneth va, se dará cuenta de todo. Debo decirle a Lauren. ¿En qué estoy pensando? Sus padres deberían saber lo que está haciendo, pero ¿Por qué me estoy preocupando tanto por ella? Definitivamente no está bien que les mienta. Debería decirle en este momento la verdad.

Pero no pude, simplemente ordené otra cerveza y me despedí.

Llamé a Sandra y le pedí el teléfono de Lauren. Al principio dudó pero le dije que era algo importante relacionado con sus padres, y bien, no era ninguna mentira. Llegué al departamento y tomé mi celular de la bolsa de mi pantalón. Marqué el número y esperé. Sonó y sonó, quizás ya estaba dormida. Esperé un poco más y una voz un poco dormida me contestó:

- ¿Si? ¿Quién habla? ¿Sabes la hora que es? – No había notado que era casi la una de la madrugada.
- Lauren, habla Mark, disculpa la hora, pero tengo al que decirte. – duró un tiempo en silencio y después volvió a hablar.
- ¿Mark? ¿Dr. Walker?
- Si, Lauren, escucha, vi a tu padre hace unas horas en un bar por el boulevard Edgemont, y ya sé que no estás estudiando, y por eso te digo esto, quiere ir a visitarte mañana al campus. – Guardó más silencio que la primera vez.
- Doc… Usted… ¿Cómo?
- Lauren, eso no es lo importante ahora. Dime, ¿qué piensas hacer? – por alguna extraña razón estaba nervioso e impaciente.
- Yo… Oh, no. Mi carro está en el taller, ¿dijo a que hora iría? – sonaba bastante nerviosa, y puedo imaginar porque.
- Quería llevarte a comer.
- Solo esto me puede pasar a mí… No tengo idea. No tengo carro y la Universidad queda casi a una hora de mi departamento.

Mark, ¿qué estás apunto de hacer?

- Dime dónde paso por ti, yo te llevo. – ya era la tercera vez que se quedaba callada.
- No es necesario, puedo arreglármelas, de verdad, Doc…
- Lauren, - la interrumpí – no es problema, dime donde te veo y a que hora.
- Mi departamento no queda muy lejos del boulevard Edgemont, está a unos 10 minutos. Pero sería mejor verte en el café que está por la calle Edforth Way, Julie’s. ¿Lo conoces?
- Si, ¿te parece a las 10:30? – me parecía increíble lo que estaba haciendo, pero aun más increíble era que ella estuviera aceptando. Supongo que estaba muy asustada de que sus padres supieran la verdad, de otra manera no haría una cosa como esta.
- Está bien, de verdad, te lo agradezco. No tienes por que hacer esto.
- No es ningún problema, descansa y te veo mañana, más tarde en realidad.
- Hasta entonces, descansa también, Mark.

Mark. Era la primera vez que me llamaba sólo por mi nombre. Nunca me había gustado que mis pacientes lo hicieran, sin embargo no me molesto en absoluto que Lauren lo hubiera hecho.

Veré a Lauren mañana. Estaré con ella una hora en mi auto. Esto nunca me había pasado con ningún paciente. “Nunca mezcles tus asuntos personales con el trabajo, Mark.” Decía mi padre. ¿Por qué me sentí tan obligado a ayudar a Lauren? Y qué tipo de ayuda le estoy dando… Debería influenciarla de una buena manera, y en cambio la estoy ayudando a mentirles a sus papás. Buena esa, Walker.

Concilié el sueño poco después de las 2 y a las 8:45 sonó mi alarma y me metí a bañar. Tal parece que el departamento de Lauren no queda lejos del mío, a unos 10, máximo 20 minutos, sin embargo ella prefirió verme en un café. Julie’s. Estuve ahí con Rachel unas cuantas veces.

A las 10:15 llegué a Julie’s y Lauren estaba sentada en una mesa pegada a la ventana, lo cual me daba una perfecta visión de ella. Parecía tan tranquila, nada alarmada por la situación. Estaba leyendo un libro cuyo nombre no alcance a leer. No me bajé del carro hasta que dieron las 10:25. No pude dejar de verla por 10 minutos, tan pálida y sin embargo tan brillantes sus ojos azules. Nunca había notado lo largo que era su cabello. No era como la mayoría de las adolescentes, nunca la he visto con más maquillaje del que necesita, aunque probablemente no necesite, su piel es muy bonita. Sácala de tu cabeza, es una niña. Me decía mi subconsciente, a lo cual contesté: No estoy haciendo nada malo.

Cuando entré al café Lauren volteó y en cuanto sus ojos se cruzaron con los míos no pude evitar sentir algo extraño en mí, ¿alegría? ¿Satisfacción? No lo sé. Me acerqué a ella y se puso de pie y con una sonrisa bastante amplia me recibió.

- Doc, buenos días – dijo mientras me ofrecía su mano. – Gracias por venir, de verdad.
- No es problema, ¿ya desayunaste?
- No, pensé en esperarte.
- Entonces vamos a ordenar algo. – dije mientras le ofrecí una sonrisa.

Nos dirigimos a la caja y evaluando el menú, supe al instante que quería. Lauren aun parecía indecisa. Esperé unos segundos y después le pregunté qué quería.

- Un chocolate caliente, blanco y un muffin de plátano con nuez. – dijo mirando también a la cajera. Le sonreí a Lauren y después ordené.
- Un caramel macchiato, por favor, es todo.  

Antes de que pudiera sacar dinero de su cartera, le ofrecí mi tarjeta a la cajera.

- No es necesario, Doc, ya harás suficiente por mí el día de hoy. – dijo un poco apenada.
- Por favor, no es nada.

Realmente no lo era. Fuimos a la mesa nuevamente y nos sentamos. A diferencia de cuando la vi desde mi carro, ahora parecía un poco nerviosa, ansiosa quizás. Guardó el libro que traía en las manos en su bolsa. Antes  de poder decirle algo, una mesera nos llevó nuestra orden. No pude evitar sentirme algo nervioso también, como si estuviera en prepa y tuviera que dar un discurso frente a toda una audiencia. Comenzó con su muffin y la miré silenciosamente. Cuando me vio sonrió y fue ella quien rompió el silencio:

- ¿Qué más hablaste con mi papá?
- Nada que no supiera. Esperaba recibir un poco más de información, para serte sincero. Pero al parecer él tampoco sabe mucho de ti. – tomó de su chocolate y después continuó hablando.
- Es difícil que sepa sobre mi, nuestra relación padre-hija nunca fue la mejor.
- Ya veo. Es difícil conseguir información tuya. ¿Ese problema que tenías de confianza conmigo está desapareciendo? De otra manera no hubieras aceptado esto. – dije con una sonrisa. La sorprendió mi pregunta, pero no se apenó, en cambio sonrió nuevamente y tomó más de su chocolate.
- No te creas tan afortunado, Mark Walker. La confianza se gana con el tiempo, y apenas llevamos 4 horas y – revisó su reloj – 20 minutos de conocernos.

Ambos reímos y continuamos comiendo.

Terminamos nuestros respectivos alimentos y nos dirigimos al carro. Abrí su puerta y sonrió al subirse. Si, Lauren, todavía existen los caballeros. Me subí al carro y lo encendí.

- Bonito carro, Doc.
- Gracias, Lauren.

Los primeros 30 minutos estuvieron bastante tranquilos. Platicamos de cosas irrelevantes. Hasta que cuando arremangué mi playera, volteó a verme. Estaba vestido muy casual, llevaba unos pantalones de mezclilla y una playera de manga larga. Al parecer le sorprendió ver que tenía un tatuaje en el brazo.

- ¿“Versuch sterben”? ¿Qué significa? A pesar de que dudo que sepa alemán, no lo pronunció tan mal.
- Morir intentando. Es alemán.
- ¿Algún significado en especial? Y, ¿por qué en alemán?
- Es una canción. Y creo que es preferible una muerte después de haberlo hecho e intentado todo. Antes me era más claro el significado, ahora lo veo como una canción. Fue mi primer tatuaje, tenía 17. Y soy mitad alemán. Mi madre es alemana, tengo familia allá. Walker Kügler es mi apellido completo.
- ¿Kügler? – era bastante divertido escucharla pronunciar palabras en alemán, sonreí y continué escuchando - ¿17? Vaya, eso debió haber sido hace siglos. – dijo con un tono burlón y se empezó a reír. No pude evitar hacerlo también. - ¿Primero? ¿Hay más?
- Tengo en el omóplato izquierdo, bícep derecho y uno pequeño en la clavícula. – parecía bastante emocionada con mi corto relato.
- ¿Crees que los pueda ver algún día? Me gustan los tatuajes. Siempre he querido uno pero nunca he tenido el valor…
Se quedo muy pensativa durante un tiempo. Como si estuviera recordando algo doloroso. Sacudió su cabeza y volteó a verme nuevamente.

- Claro, no veo por que no. – sonreí y pise el acelerador.

Llegamos a las 11:57, Lauren no bromeaba al decir que estaba a una hora.  Kenneth ya le había mandado un mensaje a Lauren avisando que llegaría a la 12:15. Me estacioné en la puerta del amplio campus. “Alberta College of Art &Design”. Nuestros departamentos estaban en Hamptons, y la universidad estaba casi en Sunnyside. Se desabrochó el cinturón y se volteó hacía mí.

- Muchas gracias, de verdad no tenías por que haber hecho esto.
- Deja de decirlo, estaré por los alrededores. Márcame cuando te hayas desocupado. – se puso un poco roja y sonrió. Hace tanto que no veía unos ojos como los suyos, tan inocentes e intrigantes. Sé que hay muchas cosas que aprender aun sobre Lauren, y lo haré, no lo dudo.

Salió del carro y me fui. ¿Qué tiene Lauren que no dejo de pensar en ella? Nunca me había pasado esto con un paciente. Me intriga su vida. No he conocido su verdadero problema, tampoco mencionó en todo el camino que se había salido de la escuela. Esperaba que pudiera decirme algo por su propia voluntad, pero supongo que tendré que esperar para saber.



Monday, November 19, 2012

Capitulo III


Sábado. La sensación de la gran cantidad e alcohol que ingerí la noche anterior estaba haciendo efecto. Bastante. Eran las 11 de la mañana y me sentía como de costumbre después de una noche con Nick y Kia. Eran lo más cercano que tenía a amigos. Vivían cerca de aquí y usualmente nos juntábamos en el departamento de Kia porque era el más grande. El dinero que me daba mi mamá para la escuela, me lo gastaba en comida, alcohol y cigarros. ¿Debería sentirme mal por mentir? Sé que así debería ser, pero la verdad es que eso ya no lo veo como un problema. Ni siquiera a mis "amigos" podía contarles como era en realidad.

Nunca faltaba comida en mi departamento, de hecho a veces tengo que tirarla por que olvido que está ahí. Tenía diferentes cuentas bancarias; una "para la escuela", otra para comida y cosas que ocupara el departamento y la última para gastar en ropa o lo que yo quisiera. Cuando se trataba de dinero, nunca era problema para mis papás. Me acostumbre tanto a recibir dinero en ves de cariño que a la fecha no me afecta lo poco que veo a mis papás. A los 18 me compraron un departamento pequeño, y es por eso que me fue más fácil mentirles. No me siento mal de que lo hayan hecho, ya que cuando mi hermano tenía la misma edad hicieron exactamente lo mismo.

¿Sábado? Si, probablemente Walker está en el parque con los locos-drogadictos. No veo por que deba asistir. Seguramente tiene bastantes personas con que tratar. Aunque me gusta estar con él, prefiero que sea a solas, el Jueves, aunque fue un pequeño detalle, pude saber algo que hace. Y ni siquiera tuve que preguntarle. ¿Escribir cuentos de sus pacientes? Nunca lo hubiera imaginado. No fue lo que él dijo pero es lo que hace.

Me gusta la manera en que me mira, quizás así vea a todos sus pacientes. En fin, la confianza es claramente un problema para mí. A pesar de lo verdes y atractivos que son sus ojos, y de su perfecta sonrisa, no va a recibir mi confianza. Si, le conté más cosas acerca de mí, pero a lo que me refiero es que no planeo decirle como me siento. Si alguien supiera mis verdaderos sentimientos se daría cuenta de lo patética y rota que soy. Incompleta puede ser un adjetivo que me describa también.

Solían decirme que todo lo que hacía, lo hacía para llamar la atención, pero eso era lo último que quería. Mi adolescencia estuvo llena de insultos y golpes. Y aunque ninguno volvió a ser como los del director Thomas, fueron bastante malos.

Tenía cicatrices en varias partes de mi cuerpo, en mis piernas, en mis brazos y en mi abdomen. El dolor, cuando era causado por mí, se sentía mejor que cuando lo recibía por parte de alguien más. Fue así como aprendí a tolerarlo todo. Después de un tiempo, no podía dejar de cortarme. Era algo que tenía que hacer todos los días, para sentirme completa. Nunca eran demasiado profundas las heridas, pero siempre buscaba que mi sangre se exhibiera.

Muchas personas ya conocían mis cicatrices, pero procuraba ocultarlas ante Walker. Sentía pena que las viera. Que extraño sentir pena con él, que debe estar acostumbrado a personas como yo. Walker no se ha ido de mi cabeza desde la primera vez que lo vi. Y no tengo problemas en contarle cosas sobre mí, mientras no tengan que ver con mis heridas o problemas.

Apenas era domingo y ya ansiaba volver a ver a Walker. Debí haber ido ayer al parque. Demasiado tarde. A veces siento que él de verdad me puede ayudar a superar todos mis traumas. Tengo suerte que actualmente nadie me acosa ya. Pero tengo bastante miedo. No puedo soportar un gesto de cariño como un abrazo. Tengo miedo de querer a las personas, tengo miedo de que me hagan sufrir, tengo miedo de no importarles, como a mis papás. Tengo miedo de encontrarme con alguien que me quite el sueño y despierte mi interés en el amor.

Cuando intenté suicidarme, fue después de haber tenido una crisis nerviosa, problema que recientemente se presentó en mí y que mis papás desconocen. Estaba demasiado exaltada, recordando todo lo que había vivido, todo lo que había sufrido y todo lo que había sentido. Nunca había sentido esa necesidad, esa necesidad de terminar con todo de una vez. ¿Quién me extrañaría? No tengo amigos, mi familia quizás me llore de vez en cuando pero hasta ahí. No tengo personas que realmente me necesiten. Todo fue tan rápido. Un segundo estaba llorando en el piso de la cocina, y al otro estaba llena de sangre en el baño.

No había sentido la necesidad de volver a hacerlo. No quería sentirla, porque aunque me asusta el hecho de seguir aquí, también me asusta conocer que hay más allá. Y ahí estaba Walker otra vez en mi mente. Probablemente el no tenía el mismo interés que yo en él. No sé que veo en Mark Walker, pero sin duda no lo veo en nadie más. No me canso de pensar lo injusto que es que me esté conociendo tanto mientras que yo se tan poco sobre él.

Dediqué lo que le restó al día a leer un poco y tomar té.

Martes por fin.

- Buenas tardes, Doc. - dije al entrar a su oficina. Ya se encontraba en la pequeña sala sentado esperándome. Cuando sus ojos se cruzaron con los míos sentí cosquillas en todo mi cuerpo y no pude evitar pellizcarme el brazo disimuladamente para librarme de esa sensación.
- Lauren, te ves bastante bien. Buenas tardes. - dijo y cuando me acerqué se paró y nos saludamos. Su mano, como siempre estaba caliente. Cuando nuestras manos se tocaron, sus ojos se pasaron a ellas, como si estuviera presenciando el acto, después regresaron a los míos. Sentí un leve calor en mis mejillas y de pronto supe que estaba roja como la sangre.  Sonrió y nos sentamos.
- ¿Listo para otra de mis historias, Doc?
- Siempre. Esperaba verte ayer, ¿no pudiste asistir? - Vaya, no esperaba que sacara ese tema. Me tomó por sorpresa y tuve que esperar unos segundos para formular mi respuesta.
- No... Se me fue la noción del tiempo, y a decir verdad no soy una persona muy madrugadora.
- Entonces, ¿asistes a la universidad por la tarde? - Wow. Eso si que fue inesperado. Su rostro se tensó, parecía como si algo le molestara. No podría ser yo, ¿o si?
- No, en la noche, de 7 a 11. - No era del todo mentira, ese era mi horario de trabajo. Su mirada buscaba algo, pero, ¿Qué? ¿La verdad? No puede saber que le estoy mintiendo. ¿Por qué estoy tan nerviosa?
- Ya veo. ¿Qué tal estuvo tu fin de semana? - Bien, no pude sacarte de mi mente.
- Bastante aburrida, - dije con una tonta sonrisa que al parecer también lo hizo sonreír - No fue nada divertida. Me la pase leyendo y terminando unos proyectos - de mi jefe, no míos - Normalmente veo a mis papás Miércoles y Domingo, pero no los vi este fin.
- ¿Y como te sentiste? - Problemas de confianza, Doc, ¿lo recuerda? Seguro que si, aun así, le diré la verdad.
- Bien. - Mi respuesta fue rápida y su cara se intrigó más. Estaba recargado en el sillón, sus ojos verdes resaltaban mucho en la clara habitación, no puedo imaginar la cantidad de mujeres que deben estar tras él. Que envidia.
- ¿Por qué? - Explicaciones, nunca he sido buena. No podía dejar de mover mi rodilla y al parecer él ya lo había notado.
- Te dije en nuestra primera sesión, - dije con una pausa, baje la mirada, trague la saliva y al voltear a verlo nuevamente, noté algo nuevo en sus ojos. ¿Impaciencia? - no me gusta que mis papás estén al pendiente de mí. Es molesto. Nunca lo han hecho y no veo porque deban empezar ahora.

Se quedo callado unos segundos. Me observó atentamente, y parecía como si estuviera buscando las palabras adecuadas.

- Cuando era pequeño, siempre me enojaba con mi papá. Me prometía sábado tras sábado que llegaría temprano y podríamos hacer algo juntos. Es psiquiatra, al igual que yo, y siempre tenía bastante trabajo. Me enojaba tanto con el que cuando llegaba, escondía todos sus papeles para que el día siguiente no pudiera encontrarlos. Los padres siempre hacen cosas que molestan a los hijos, Lauren. Probablemente te haya molestado un poco no haberlos visto.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de repente empezaba a contarme cosas sobre él? Pero lo que más me tomaba por sorpresa era lo que estaba a punto de decirle.

- Es verdad. – dije por fin – Siempre hacen cosas que nos molestan. No es mentira que no me afecta ahora, pero antes no podía soportar que me dejaran sola tanto tiempo. Odiaba estar en la casa, ellos nunca estaban y mi hermano siempre tenía cosas que hacer. Me compraban cosas que no necesitaba. Pensaban que con eso podían suplir su presencia. – me quedé callada unos segundos, ¿por qué le estaba contando esto? No debería. – Si, me dolió mucho al principio, pero con el tiempo lo fui tolerando, hasta el punto que ahora no me importa.

No paramos de hablar. Seguía contándome de como era de niño, y yo le respondía con algunas historias también. Le expuse mis verdaderos sentimientos, todo lo que sentí de pequeña se lo dije. Le conté de las veces que me quedaba dormida llorando de lo sola que me sentía. Le conté de como un año mis papás olvidaron mi cumpleaños. A pesar de que todas mis historias fueron tristes, me sentía bastante feliz, y el también parecía serlo.

- ¿Te llevaron a la NASA todo un día entero sólo para no estar contigo?
- Si, mi sueño siempre fue ser astronauta. Y estaban muy ocupados ese día, entonces me llevaron y me dejaron con un empleado. Todo el día.
- ¿No estabas asustada? – ME encantaba hablar con él. Parecía realmente interesado en escuchar mis relatos. Y no me molestaba para nada complacerlo.
- No. Fue bastante divertido, - y unas imágenes vinieron a mi mente, e involuntariamente comencé a reírme – creo que fue uno de los mejores días de mi vida.

Seguimos platicando durante algún tiempo hasta que su secretaria, la pelirroja nos interrumpió:

- ¿Dr. Mark?
- Sandra, estoy ocupado, ¿No ves que estoy con un paciente? – parecía un poco alterado pero no enojado. A decir verdad, creo que nunca lo he visto enojado.
- Si, señor, pero es su siguiente paciente. Lleva esperándolo 10 minutos.
- ¿Qué hora es?
- 7:15, señor.
- ¿¡Qué!? – dijo y parándose repentinamente sacó su celular de su bolsillo y comprobó que efectivamente, eran más de las 7 de la noche. Mis citas siempre terminan a las 6. No puedo creer que nos hayamos pasado por más de una hora. Me paré rápidamente, y me acerqué a él.

- Perdón, Dr. Walker, no pensé que ya fuera tan tarde. Es mejor que me vaya. – dije y extendí mi mano. La tomó y después sonrió.
- No te preocupes, el tiempo se me fue volando. Te veo el Jueves, Lauren. Conduce con cuidado y ten una bonita noche.
- El tiempo se pasa rápido cuando se disfruta, Doc. – solté su mano y me marché enseguida. Se quedo con un rostro sonriente y un poco confundido.

No pude evitar sonreír como tonta durante todo el camino. Estuve con él dos horas hoy. Sigo sin creer todo lo que le conté. No había platicado tan abiertamente nunca. Fueron dos horas, y sin embargo quería estar más tiempo ahí, platicando de nada y a la vez de todo. Me gustó mucho poder saber un poco más de él hoy, no sé que sentía al verlo, al ver sus ojos verdes mirándome.

Algo me decía que no podía estar realmente interesado en mi vida, que simplemente estaba haciendo su trabajo. Que probablemente así es con todos los demás pacientes. Los demás. Nunca había querido ser única, pero la idea de saber que no solo trataba conmigo, sino con muchos más pacientes me incomodaba un poco. ¿Qué significaban todos estos sentimientos? Quiero hablar con él. Quiero saber que le gusta, que hace en su tiempo libre, conocer sus intereses.

Llegué tarde al trabajo pero no pareció importarle a mi jefe. Fue una noche de trabajo normal. Acabé todo más rápido que otros días e inclusive salí más temprano.

Nada me animaba más que saber que el Jueves lo vería nuevamente. Quizás pueda conocerlo más. Estoy segura que así será. Cuando llegué a mi departamento cené algo ligero y me quedé viendo una película de terror hasta que me dio sueño. Me fui a la cama y traté de dormir, pero no pude. Seguí pensando en él y en su voz diciendo mi nombre. 

Sunday, November 18, 2012

Pre-Capitulo III

"Y ahí estaba Walker otra vez en mi mente. Probablemente él no tenía el mismo interés que yo en él. No sé que veo en Mark Walker, pero sin duda no lo veo en nadie más. No me canso de pensar lo injusto que es que me esté conociendo tanto mientras yo sé tan poco sobre él."

Saturday, November 17, 2012

Capitulo II


Es la tercera llamada de Rachel que he rechazado hoy. Esta mujer puede ser insistente. No le encuentro una razón para que quisiera hablar conmigo. Ya ha dejado varios mensajes insistiendo en una cena para platicar de "asuntos pendientes". No tengo nada que decirle. No tengo ya ninguna relación con ella. Hemos estado divorciados por más de dos años. No entiendo como es que comenzó todo. No tenemos nada en común. Suena bastante cruel pero me alegro de no haber tenido ningún hijo con ella que me uniera de por vida. . No tengo tiempo para lidiar con ella, mi nueva paciente ya es suficiente.

Inicialmente mi padre iba a consultar a Lauren, pero el insistió en que un caso de suicidio es lo que necesitaba. No lo creo. No es mi área, y sé que soy un doctor y sé que debería ser de mente abierta, pero la idea de que alguien opte por quitarse la vida se me hace algo absurdo. Ningún problema puede ser tan grande como para tratar de solucionarlo así. Es ser un cobarde. Y posiblemente problemas de autoestima, eso si lo puedo entender. Desde que hice mi especialidad he estado trabajando con adolescentes y jóvenes adultos de no más de 30 años. Normalmente tienen problemas de ansiedad, autoestima, anorexia, pero nunca había tratado con un caso de suicidio. Y sinceramente, espero que todo se resuelva pronto. No creo que me queden ganas de seguir tratando con ese tipo de personas.

No recibí mucha información por parte de Lauren ayer, es una niña difícil. Es verdad que todos toman tiempo en comenzar a hablar de lo que realmente me interesa, la raíz de su problema. ¿Qué habrá sido lo que orilló a Lauren a esa absurda "solución"? No puedo siquiera terminar de escribir una introducción sobre ella y ya quiero terminar el desenlace. Qué habito el mío de escribir ensayos de cada paciente.

Y ahí está, la cuarta llamada de Rachel. La única mujer que vería esta noche es Abby, mi hermana. Aun estaba en la clínica y en 10 minutos más mi último paciente del día llegaría. Su problema, por fortuna no era el suicidio.

Llegando al departamento, mi idea principal era trabajar en la introducción de Lauren, y después de unos cuantos minutos me di por vencido. Tengo que conocerla más para poder darme una idea de qué escribir.

El Jueves no daba mucho que esperar. Todo estaba tranquilo hasta el momento. Las citas con mis cuatro pacientes habían marchado bastante bien. Lauren era la siguiente. Eran apenas las 3:25, pero opté por pedir algo para comer, la última vez que salí, llegué tarde con Lauren. Eso no va a pasar otra vez.

5:15 y la puerta apenas se abrió.
- ¿Es acaso la manera de vengarse por nuestro primer encuentro?
- Perdón, Doc. Perdí la noción del tiempo. - Se veía más feliz que los días anteriores, y a juzgar por su apariencia, puedo asegurar que se quedó dormida.
- Entiendo, - dije sonriendo.

Tras unos segundos de quedarse parada enfrente de la puerta, se sentó en el sofá. Ese sofá solía estar en la casa que tenía con Rachel. Tenía que darle algún uso, ¿no?

- ¿De qué hablaremos hoy, Doc? - Doc. La manera en que ella lo decía no me gustaba para nada.
- No lo sé, Lauren. Podemos hablar de lo que tú quieras.
- No pienso aburrirte con otra fiesta de cumpleaños si estás preocupado. - Seguía sonriendo.
- No, no lo estoy. Y te repito, no creo que puedas aburrirme.
- Tengo que ser sincera, ¿verdad?
- Por supuesto.
- Entonces, no veo como estas sesiones puedan ayudarme. No veo como sería capaz de darte mi confianza. No esperes que eso pase. Se como resolver mis propios problemas. - Joven y arrogante.
- ¿Le habías contado a alguien con tanto detalle alguno de tus cumpleaños como lo hiciste conmigo?

Silencio. Y ahí está su rostro lleno de duda.

- Lauren, todos necesitamos de alguien. Estamos aquí para hablar de tus problemas, y no esperaba escuchar de ellos tan pronto. Nadie menciona esa oración tan rápido como tu lo hiciste, pues la mayoría de los que vienen aquí piensan que no tienen. El hecho de que creas que eres capaz de resolverlos por ti misma, dice que claramente necesitas a alguien para superarlos. Y tu confianza, se que tomará tiempo, sin embargo, me siento satisfecho de lo que he escuchado de ti hasta ahora. Me da una idea de que poner en tu introducción.

¿Pero que acabo de decir? Eso no debió de haber salido de mi boca nunca. Nadie sabe sobre mis ensayos. Me imagino que la sonrisa que volvió a aparecer en ella fue debido a mi rostro.

- ¿Introducción, Doc?
- Pues... Si, estoy escribiendo sobre ti  - se quedó callada por un tiempo - Es algo que me gusta hacer, escribo sobre mis pacientes. Historias, sobre lo que ellos me cuentan, es algo personal.
- Supongo que no te he dado mucho que escribir. - Espero esto no me de más "problemas de confianza" de los que ya tenía con ella.
- No, a decir verdad no. Pero no tienes que preocuparte por eso, tómate tu tiempo.

Pensé que sería una cita difícil con Lauren, que me odiaría incluso más al saber que escribía sobre ella. Pero no fue así. Terminó contándome de sus vacaciones pasadas, de sus primeros semestres en la universidad, inclusive un poco de su relación con su hermano. Y a pesar de que no fueron tan detallados los relatos como el de su cumpleaños, estaba bastante satisfecho por hoy.

- Es todo Lauren, gracias por hoy.
- No veo por que el agradecimiento. - dijo en cuanto se puso de pie. - Yo también recibí algo de información, y por ahora estamos a mano.

¿A mano? ¿Por ahora? Después de haber dicho eso, me paré y le estreché mi mano.

- Hasta el Martes, Lauren.
- Adiós Doc. - Dijo y se dio media vuelta. Antes de salir por la puerta volví a hablar.
- Lauren, todos los Sábados un grupo de pacientes, ex pacientes y algunos doctores nos reunimos en el parque Mid Lake. Es un tipo de convivencia, estás invitada por supuesto. De 10 a.m. a 1 p.m. No siempre asisto pero lo haré este Sábado, por si quieres hablar. - al haber dicho esto, volvió a sonreír.
- Lo tendré en cuenta, Dr. Walker.

No dijo más y se retiró. Hoy en particular, sus ojos se veían un poco más azules de lo normal, su sonrisa más amplia y su rostro más alegre. ¿Qué habrá podido pasar en el transcurso de dos días, que mi más reciente paciente ya muestra un poco de mejoría? Claramente, no puedo ser yo. Llevo tres horas de conocerla. ¿Un novio? ¿Un amigo, quizás? Me gustaría verla el sábado, ver como es fuera de mi oficina, conocer sus gustos y aspiraciones.

Hablé con su madre ayer, quería confirmar si Lauren estaba asistiendo, y por ella me enteré de que es estudiante de Diseño. Al parecer está en su segundo año.

Tuve dos pacientes más en el transcurso de la tarde y después me marché a mi departamento. Tras la cena que Eunice, mi ayudante, dejó hecha, me dediqué a investigar un poco más sobre el suicidio. Eunice lleva 1 año trabajando conmigo, hace el aseo y la comida, tiene horarios en los que debe hacerlo, cuando no estoy, y le exigí que al llegar no quería toparme con ella.

"Antes que la acción, el suicidio comienza en el pensamiento. Ya sea por problemas personales y/o emocionales, las personas suicidas deben ser evaluadas como individuo para entonces entender el suicidio a nivel social. Estos individuos poseen un sentido de indefensión y desesperanza ante las situaciones que los afectan. Las personas suicidas exhiben algunas características tales como depresión, impulsividad, baja tolerancia a la frustración y son personas sin espíritu de lucha."

A simple vista, Lauren no parece ser una persona infeliz, claro que todos somos capaces de pretender, unos más que otros. Cada vez que tengo un paciente nuevo, me siento obligado a ganarme su confianza, eso es lo que debo hacer, pero con Lauren, no lo veo así. Más que deber, lo siento como un deseo. Me gustaría tener su confianza, no por obligación.

El sábado por la mañana me encontraba un poco impaciente. Quería saber si vería a Lauren en el parque. Apenas eran las 10 y no había rastro de ella, aun. Platiqué con varios ex pacientes, me contaron con detalles como había sido su vida después de la terapia  A muchos los recordaba por sus caras, a otros por sus nombres, y a algunos por las introducciones que había escrito de ellos. El poco tiempo que llevaba trabajando en la clínica de mi padre me había ayudado bastante.

Eran casi las 12 y Lauren aun no aparecía por ningún lado. Tal vez tenía algo que hacer. O simplemente no quiso venir. Tras no ver signo de ella, me fui. Un psiquiatra nunca tiene datos de pacientes como sus teléfonos o direcciones, todos los tiene la recepcionista, y ella es quien se comunica con ellos. Ellos, por supuesto si lo tienen, y recibía llamadas a todas horas, nunca guardaba sus teléfonos, a menos de que ya no fueran mis pacientes.

No hice más que ir a comer con Dave, John y Henry en el día. Era la típica reunión sabatina que teníamos, lo único que cambiaba era el restaurante, y como era turno de John de decidir, escogió comida Árabe. La detesto.

- ¿Algún paciente que te quite el sueño, Mark? - dijo John con la boca llena.
- Ni el paciente más psicópata podría impedirme dormir, creo que lo sabes.
- ¿Estás atendiendo a la hija de London, verdad? ¿Lauren? - preguntó Dave.
- Si, llevamos apenas tres sesiones, nada fuera de lo común.
- Mi hermana, Sally, dijo que no la ha visto en dos años. Eran compañeras de universidad.
- ¿Eran?
- Si, eran. Lauren dejó la escuela hace tiempo.
- ¿De qué hablas, Dave? Su madre dice que lleva estudiando dos años.
- Bueno, su madre no está en la misma escuela que ella, Sally si. Y solo asistió a la mitad de su primer semestre. Sally va en cuarto.

Eso no podía ser posible, ¿o si? ¿Sería capaz de mentirle por tanto tiempo a sus papás? ¿Cómo puede? ¿En qué otras cosas me habrá mentido? Y la platica de ellos me fue irrelevante de ahí en adelante. Sin duda es una experta en mentir. Ya me queda claro que pretender es una de las cosas que hace bien. Ahora, más que nunca me interesa llegar a saber sobre su vida. ¿Qué razones tiene para no estar estudiando? Desde que la vi sabía que me iba a traer problemas esta niña. Su mirada, su forma de hablar. Y tengo entendido que vive sola, ¿cómo lo hace? Bueno, probablemente sus padres le dan dinero, son ricos al igual que los míos.

El día se me hizo eterno. Y aunque intenté pensar en otra cosa que no fuera Lauren, no pude. Me sentía indignado de que no pudiera contarme ese tipo de cosas. De no tenerme confianza. Pero ¿por qué? No tengo razón para sentirme así. Es una paciente, trato con ellos todos los días, todos esconden algo que tarde o temprano es revelado. Y como le dije, toma tiempo, pero quería que con ella fuera rápido. Me parecía como si fuera un libro con una infinidad de páginas, y que el tiempo que disponía para leerlo no fuese suficiente. Claramente es poco el tiempo que llevo de conocerla, y es normal lo poco que sé de ella. Soy bastante seguro de mí y de lo que pienso, pero ¿puedo ganarme su confianza? Ella también parecía bastante segura cuando dijo que no me la daría. Por lo que veo y me han dicho sus papás, es una persona solitaria, podría aprovechar eso. A muchos pacientes se les facilita hablar cuando sienten que soy su amigo, quizá con eso pueda abrirse más. La verdad siempre toma tiempo, y a pesar de que soy paciente, no quiero esperar más.

Conoce a Mark

Joven, guapo y exitoso, Mark, es un psiquiatra que nunca ha tratado con un paciente suicida, el hecho de ver el suicidio como una solución le causa problemas. Lauren le da un giro a su punto de vista y a su vida. ¿Qué problemas tendrá que atravesar para poder ayudarla? ¿Será capaz de sacarla de su mente? Tener que mezclar su vida personal con el trabajo le traerá problemas emocionales que nunca pensó poder atravesar.

Wednesday, November 14, 2012

Capitulo I


El reloj estaba a punto de dar las 4 de la tarde. No me molestaba para nada el hecho de tener que estar una hora con un psiquiatra, ni manejar 35 minutos hasta su consultorio, pero si tener a mis papás todo el tiempo encima de mí. Realmente nunca se han preocupado por mí, no entiendo por que empezaron a hacerlo ahora. El suicidio no es la gran cosa, ¿lo es? Probablemente de no haber sido tan descuidados cuando era menor, me hubieran ahorrado la molestia de arruinar uno de mis jeans favoritos. La sangre es difícil de quitar.

Tampoco me molesta el hecho de mentirles, pues piensan que sigo estudiando en la Universidad de Diseño, y la verdad es que hace más de dos años que no pongo un pie en el Campus.  Tal vez no sea tan malo que sean descuidados después de todo. No gano la gran cosa en mi trabajo, pues soy asistente de un recién egresado de la misma universidad a la que asistía, pero me alcanza para tener mi propio departamento.

Nunca me han faltado las cosas materiales, desde pequeña han sido los suplentes de mis papás, hasta hoy. La semana pasada intenté suicidarme en mi departamento, ¿quién diría que justamente ese día irían a visitarme? Como el dinero nunca ha sido un problema, ese mismo día contactaron al Dr. Walker. Por su ocupada agenda no pudo acomodarme una cita hasta hoy. Y a cinco minutos de mi destino ya me estoy arrepintiendo de haberme levantado de la cama.

Walker Psychiatric Center: Drug addiction, sexual dissorders and self-esteem problems. 

Lo único que me faltaba, tener que convivir con adictos. Walker no es un apellido que me resulte familiar, después de haber asistido a suficientes comidas y eventos de mis papás, pensé que hoy vería una cara conocida.

Al entrar a recepción, una pelirroja me acompañó hasta la oficina de un tal Mark Walker. Vacía. Un doctor impuntual, nada raro. La oficina era amplia, de paredes beiges y de piso café claro. Me senté en un amplio sofá y esperé. No había mucho que ver en la habitación. Diplomas y certificados adornaban las paredes, ¿y las fotos? Normalmente hay fotos en los consultorios. Su escritorio, situado al final de la habitación, era amplio y no había ni un solo papel encima de él. Walker no me dio más tiempo de seguir con mis poco intrigantes observaciones, pues de la nada entró a la habitación.

- ¿London? ¿Lauren London? - No esperaba para nada que estuviera tan joven. Alto, ojos verdes, y su cabello, ¿cómo puedo describirlo? No es rubio, ni café, ni pelirrojo, ¿una combinación de los tres quizás?
- Dr. Walker - dije levantándome al mismo tiempo que estiré mi mano para saludarlo.
- No te molestes, por favor, toma asiento. - Su mano caliente con largos dedos tocó la mía - Disculpa la tardanza, tráfico. Espero no haberte demorado mucho. ¿Cómo estás?
- No te... se preocupe. Bien. Creo.
- ¿Crees? ¿Cómo es eso?
- Nunca había sufrido de tantas atenciones por parte de mis padres, Doc.
- ¿Sufrir? ¿No crees que estás haciendo mal uso de la palabra?
- No, no lo creo. A eso me acostumbraron. - ¿Qué le pasa? ¿Me cree tonta? No digo las cosas si estoy insegura.
- Ya veo, si no te molesta comenzare con unas preguntas para mi expediente. - Asentí con la cabeza y su interrogatorio comenzó. - Lauren London, ¿edad?
- 19 - Dije y enseguida tomó apuntes. ¿apuntes? Se ve que tiene suficiente dinero como para usar una computadora, ¿un iPad quizás?
- ¿Por qué estás aquí? - ¿Qué no se supone que ya sabes eso?
- Intenté suicidarme.
- ¿Fumas?
- No.
- ¿Consumes alcohol?
- A veces.
- ¿Algún tipo de droga? - ...
- No.
- ¿Eres sexualmente activa? - ¿Qué tan personal se puede poner esto?
- No.
Tras una serie de preguntas como ¿cómo te sientes contigo misma? ¿Qué te gusta hacer? ¿Viniste voluntariamente? comenzó a especificar los días y horas de visita.
- Entonces, te parece Martes y Jueves, ¿5 p.m.?
- Claro.
- Sabes, estás aquí para mejorar. Quiero ayudarte, y se que ganar tu confianza va a tomar tiempo, y voy a ser paciente. Primero que nada, quiero saber si puedo yo puedo confiar en ti, ¿alguna cosa que quieras cambiar en tu expediente?
¿Qué tal todo? ¿Es ilegal mentirle a un psiquiatra? ¿Qué daño puede hacer omitir unos pequeños detalles?
- No, todo en orden.
- Bien, es todo por hoy, te veré el Martes entonces.
- Hasta el Martes. - Y otra vez tuve que estrechar su dura mano.

No fue tan malo después de todo. Pensé que tendría que convivir dos horas a la semana con un viejo amargado, pero el Dr. Walker no es ni viejo ni amargado. A decir verdad, es bastante agradable. ¿Confiar en él? No le he dado mi confianza ni siquiera a mis propios padres, ¿qué lo hace pensar que se la voy a dar a él? Dedicándole una ligera sonrisa a la pelirroja, salí de la clínica.

28, quizás 29 años. ¿Por qué estoy pensando en él? Nada debería distraerme de un maratón de películas de drama. Son casi las 11 de la noche y sigo pensando en las mentiras que le dije. No debería pensar en eso, les digo mentiras a mis papás todos los días y lo olvido después de unos minutos, pero por una extraña razón me remuerde un poco, inclusive asusta haberle ocultado varias cosas. Quizás porque lo veo como una autoridad legal.

Ya habían pasado dos días desde mi primera consulta. Era un Domingo casi común. Casi porque la comida con mis papás no abordó otro tema que no fuera Mark Walker. Graduado con honores, de 28 años, divorciado y sin hijos, de buena familia. Su papá, Jordan Walker, es amigo del mío. El señor Jordan siempre recomienda a su hijo, presumiéndolo ante todos. No puedo decir lo mismo de los míos.

Al llegar al departamento decidí cargar mi celular, no es que alguien me fuera a llamar pero era costumbre. No hice muchas amistades en el poco tiempo que estuve en la universidad, y en el trabajo no convivía con nadie más que David, mi "jefe" si así se puede llamar, y Janice, otra ayudante. Si me topaba con algún vecino simplemente le sonreía, nunca cruzaba palabras con ninguno. Ahora que mi suicidio era una noticia pública será más difícil que alguien quiera hablarme.

Nunca he tenido una vida perfecta y nunca me había afectado tanto como ahora. De pronto tanta frustración, tristeza y enojo  están causándome muchos problemas conmigo y con las pocas personas que me rodean. Mi hermano tiene 24 años y vive a dos horas de aquí, lo extraño todos los días. Rara vez viene de visita. Creo que aun no sabe de mi problema, ya son suficientes los que tiene con su prometida. Es mejor así.

A muchas personas la vida les cambia de la noche a la mañana, en un giro rápido e inesperado. Para mí, ese giro se ha prolongado y ha ido girando lenta y dolorosamente. Nunca he tenido a quien platicarle mis problemas, por eso los escondo.

En primaria sufrí lo que probablemente es la raíz de todos mis problemas. Tenía 11 años cuando el Director, Henry Thomas abusó de mí, día tras día. La primera vez me llamo a su oficina, no sabía cuales eran sus intenciones y después de haberme violado y golpeado, me aventó por las escaleras. Me amenazó y dijo que si llegaba a decirle algo a alguien iba a correrme de la escuela. No dije ni una palabra en dos días. Tenía tanto miedo de volver a verlo, y por suerte duré una semana en el hospital. Pasaron varias semanas y pensé que todo había acabado, sin embargo, volvió a llamarme. Esta vez no fue simplemente agresión física, sino verbal. Nada bueno salía de su boca. Insulto tras insulto tuve que aguantarlo todo. Mi tortura terminó en un año y medio. Secundaria no fue mejor. Era bastante tímida y tonta, todos se reían de mí. Bastaba con que dijera una palabra para que comenzaran a criticarme. No era fea, ni tenía mal cuerpo, y por eso solían acosarme. Y así fueron tres años. ¿Las cosas mejorar en preparatoria? Hay que definir mejorar. En mi segundo semestre comencé a hacerme daño con agujas. Fui incrementando la intensidad hasta que con el dinero de sobra que mis papás me daban para suplir su presencia me compre una navaja, grande y afilada.
Nada ha cambiado desde entonces, esos recuerdos viven conmigo todos los días, y por más que trato de olvidarlos siempre regresan a mí. Basta con que alguien me vea para deducir que no soy feliz. No disfruto de la compañía de los demás y sin embargo sufro mi soledad.

Todos mis días son iguales. Una lucha constante entre el dolor que me pide mi cuerpo y mi mente que lo rechaza. O eso intenta.

Martes otra vez, otra hora con Mark. Estoy nerviosa por una extraña razón. Esta vez al abrir la puerta me topé con una figura con pantalón negro de vestir, camisa azul y sin corbata sentado en el alejado escritorio hasta el fondo de la habitación, se encontraba concentrado escribiendo, sus ojos no dejaron la hoja hasta que hablé:
- ¿Somos puntuales el día de hoy, Doc?
- Lauren, perdón, no te escuché llegar. - Dijo mientras con su mano izquierda señaló el área de sofás que se encontraba más cerca de mí que de él. Fui y tomé asiento, se tardó unos cuantos segundos en acompañarme.
- Disculpe, pensé que aun no estaba aquí.
- No te preocupes, - dijo esbozando una sonrisa - y dejemos el "usted" de lado, ¿está bien?
¡Qué cambio tan repentino Doc! La semana pasada hubiera jurado que no era capaz de sonreír  y a decir verdad, le sentaba bastante bien. No pude evitar notar con más atención lo verdes que eran sus ojos.
- Claro.
- ¿Cómo te sientes el día de hoy, Lauren?
- Como siempre. - Si hubiera sido alguien más y no él, hubiera estado bastante incomoda con la manera en que me estaba viendo. Tenía los ojos en los míos y nada más. No los desviaba nunca ni siquiera para apuntar.
- ¿Cómo es eso? - Se me hacía increíble pensar que estuviera considerando contarle como me sentía en verdad.
-  Cansada, pero bien después de todo. - Por favor deja de verme.
- ¿Todo? - Su rostro tranquilo, formal y con un rastro de interés seguían en contacto directo con el mío.
- Si, usted, tú sabes, no tuve una muy buena semana.
- Es Martes, hasta donde yo sé la semana se acaba en Domingo.
- Si... Quise decir la semana pasada. - ¿Qué pasa? ¿Me está haciendo dudar de mí?
- Todos tenemos semanas pesadas. - No había notado la grabadora al centro de la mesa, es por eso que no toma apuntes.
- ¿Qué precisamente esperas que te diga? - Vaya, eso fue directo. Y por su cambio de expresión creo que él también pensó lo mismo.
- Aun no sé que puedo o no esperar de ti, Lauren, es difícil saber cuando acabas de conocer a una persona. - Ya no estoy segura si me sigo sintiendo bien con esa mirada.
- Puede ser cierto. Pensé que ya tenía una idea. - A pesar de no estar sonriendo, no se notaba serio.
- Eres una persona bastante intrigante, y cualquier anécdota que quieras compartir conmigo está bien.
- Está bien, es cuestión de pensar con cual podría aburrirte más. - dije sonriendo y desviando mi mirada, es imposible verlo a los ojos tanto tiempo.
- No creo que puedas llegar a aburrirme.
Eso está por verse. Le conté de mi cumple años número 6. Desde los zapatos que traía puestos hasta el horrible regalo que mi tía Sally me obsequió. Por más aburrida que intenté hacer la historia, nunca mostró poco interés.
- Supongo que te divertiste mucho. - dijo con una sonrisa. Es imposible que después de escuchar mi sexto cumpleaños pueda sonreír. Fue el más aburrido.
- ¿En todas nuestras sesiones hablaremos únicamente de mí?
- ¿Hay algo que quieras saber de mí? - dijo levantando un poco, casi nada, la ceja. No me dejó contestar. - Quizás otro día, eso es todo por hoy.
No pude hablar sobre mi cumple años por una hora, ¿o sí? No quiero irme. Podría contarle todos mis cumpleaños.
- Eso fue rápido.
- El tiempo se va rápido cuando se disfruta. - esa sonrisa  esa, justamente la que mostró después de haber hablado. No debería haber sonrisas tan perfectas.
- Eso creo - me levanté y él hizo lo mismo - entonces, ¿nos veremos el Jueves?
- Claro, - y ahí está esa sonrisa nuevamente - hasta entonces, Lauren.

El contacto con su mano a pesar de que fue de poco tiempo me dejo una sensación extraña. ¿Por qué quería seguir ahí con él? Es la primera vez que uso la palabra perfecto en una oración, pero su sonrisa lo amerita. En todo el camino no pude evitar pensar en que le diría el Jueves. Quiero conocerlo. No es justo que el sepa cosas de mí y yo solo sepa que es divorciado. Divorcio. ¿Cuál habrá sido la causa?