Sigo sin creer que estoy aquí. Parece apenas ayer
que decidí dejar la escuela. Hace tanto que no la veía. Que día tan extraño he
tenido. Nunca imaginé que volvería a poner un pie aquí. Y aun más extraño es el
hecho de que Mark me haya traído hasta aquí. Anoche cuando me llamó, no podía
creerlo, que él me estuviera buscando, y ¿cómo se enteró de que no estoy
estudiando? No debería saber eso de mí, sin embargo me salvó de tener otro
problema con mis padres.
No llevo ni dos semanas de conocerlo y ya estuve en
un carro con él. Quién diría que mi psiquiatra se fuera a preocupar tanto por
mí. Hoy se veía bastante bien. Si, con su traje, zapatos de vestir y corbata se
ve muy guapo, pero verlo con jeans y una playera no estuvo nada mal, además
pude ver uno de sus tatuajes. Tatuajes y un buen carro, excelente combinación.
Un BMW, no sé de que año ni que modelo, nunca me ha interesado saber de carros.
Cuando me doy cuenta de cuantas cosas buenas tiene Walker, me pregunto porque
se habrá divorciado. Quizás él fue quien la dejó, porque no veo nada malo en
él, todavía.
No era mentira que quería hacerme un tatuaje, pero
el hecho de pensar que tendría que pasar dolor ocasionado por alguien más me
aterraba. Si, yo me lastimaba todo el tiempo, pero no soportaría dolor físico
por parte de alguien más. Cada día que pasaba con Mark me contaba algo nuevo.
Nunca imaginé que fuera alemán. ¿Qué hace una familia mitad alemana en Canadá?
¿Viaja seguido para ver a su familia? Supongo que de regreso le preguntaré más
acerca de eso. Ya he visitado Alemania, pero el país que realmente me llamaba la atención era Australia. Australia, si, eso me
gustaría.
Mi papá me sacó un susto cuando me tapó los ojos.
Estaba sentada en una banca y cuando voltee a verlo me estaba mirando con una
sonrisa que hace mucho que no veía en él. Me dio un abrazo y se lo regresé.
- Laurie, me da mucho gusto verte, perdón por no haberte
visto el domingo, tu madre y yo estuvimos muy ocupados.
- No importa papá, gracias por venir hoy.
Me soltó y fuimos hacia el carro. Parecía bastante contento
de verme. Nos subimos y encendió el radio. Era el CD que le había regalado en
su cumpleaños hace 3 meses. Volteó a verme y me sonrió.
- ¿Dónde quieres comer?
- No sé papá, escoge tú.
- Se me antoja un Carpaccio, ¿qué te parece? – sabe
que es uno de los pocos platillos que no toleró.
- Buena broma, me gusta la carne cocida. – dije burlándome
de él.
- Blink, será.
Blink era mi restaurante favorito desde pequeña. No
quedaba muy lejos de la escuela, pero antes teníamos que conducir 1 hora para
llegar.
Toda la comida estuve pensando en Walker. Mi papá
parecía algo preocupado por mí, me estuvo preguntando muchas cosas. Vaya, nunca
había hablando tanto con él. No sé porque de repente estaba mostrando tanto
interés en mí. Intentaste suicidarte,
Lauren. Claro.
Al regresar a la escuela, me dio otro abrazo y un
beso.
- Me dio gusto verte hoy, cuídate, ve a la casa
pronto.
- Claro papá, saluda a mamá.
En cuanto me quedé sola, le marqué a Mark. Le avisé
que ya estaba lista para irme y dijo que estaría aquí en cinco minutos. Eran
casi las 2. Las comidas con mis papás nunca eran largas, sin embargo esta se
extendió bastante.
Me senté en una banca y saqué un libro que traía en
mi bolsa. Leer es probablemente mi pasa tiempo favorito, no es que tenga muchos
realmente pero es algo que disfruto. No me gusta cocinar, nunca hago ejercicio,
y ya desde hace tiempo le perdí el interés a la música. Sé tocar el piano, la
flauta y la guitarra, mis papás pensaron que llevar clase de música desde muy
pequeña sería algo bueno para mí, y lo fue durante algún tiempo, pero ahora
casi nunca escucho música.
Levanté la vista y vi que Mark estaba llegando, se
estacionó donde me había dejado hace unas horas, guardé mi libro y fui hacia su
carro. Se bajó para abrirme la puerta, le sonreí y subí.
- Perdón por la tardanza, Mark. No sabía que
tomaría tanto tiempo una simple comida. – dije sonriendo. Se abrochó el
cinturón y volteó a verme. No parecía enojado o impaciente.
- Está bien, tuve tiempo de ir a un restaurante al que hace mucho no
iba. ¿Qué tal tu comida?
¿Más preguntas, Doc? Si alguien aquí hará un
cuestionario, esa seré yo.
- Bien, parecía feliz de verme. Entonces…
¿Alemania? ¿Viajas mucho para ver a tu familia? – se sorprendió un poco pero no
tardó en contestar.
- Si, Lauren, Alemania. Viajo una vez al mes con
mis papás y mi hermana si el trabajo nos lo permite.
- ¿Tienes una hermana? No sabía. – no tienes porque saber cosas de él, Lauren.
- Si, Abby, tiene 21 años, vive en Vancouver, pero
la semana pasada vino de visita. – se quedó callado unos momentos, y después
volteó a verme, rápidamente para no perder de vista el camino, me gusta verlo
manejar. – Lauren, ¿por qué tus padres no saben que no estás estudiando?
- Mark… No sé como te enteraste…
- No te preocupes, no les diré nada, pero no hay
manera de que te bajes de este carro sin haberme contado. – parecía serio.
- ¿Qué carro es este? – es fácil desconcentrar a
los hombres, más cuando se trata de carros.
- BMW Serie 7, 2013. Ahora, soy todo oído.
- ¿2013? Es un bonito carro, Doc…
- Lauren. – lo dijo en un tono tan serio que casi
sonó como mi papá.
- De acuerdo. – me resigné y todos lo que viví hace
dos años volvió a mi mente. – Tenía 17 cuando ingresé a la Universidad. Siempre
me gustó el diseño, sin embargo mi suerte en las escuelas a las que he asistido
nunca ha sido la mejor. No duré ni un semestre. Me salí de estudiar, no les
dije a mis papás y ellos seguían pagando la colegiatura. A los 18 me mudé y me mandaban el dinero para
que yo lo hiciera, claro que lo usaba en otras cosas. Hace unos 4 meses se
graduó David, un estudiante de la misma Universidad. Empecé a trabajar como su
asistente y eso es lo que hago hasta la fecha.
Traté de ser lo más rápida posible. No quería que
supiera tanto. No me sentía segura en la escuela, pero la principal razón de mi
salida fue Andrew Thomas, hijo de mi ex director de primaria. Él sabía todo lo
que su padre me había hecho, intento hacer lo mismo cuando vio que estudiaríamos
juntos. No podía seguir ahí y decidí salirme. Regresé la mirada a Mark y estaba
serio, no parecía satisfecho con lo que le había contado.
- Lauren, no es sencillo ganarse la confianza de
algunos pacientes, y aunque soy una persona muy paciente, nunca había tenido
tanto interés en los problemas de un paciente. Te lo he dicho varias veces,
quiero ayudarte.
Interés. Mark estaba interesado en mí. Sonreí y no
dije nada. Le conté un poco de lo que hacía con David y pareció relajarse.
- ¿No tienes pacientes hoy?
- Tengo uno a las 3. – revisé mi reloj y vi que
eran las 2:37.
- Mark, no falta nada para las 3. – dije preocupada,
es mi culpa que no llegué a tiempo.
- Lo sé, y no hay problema. Le avisé a mi padre y
dijo que él lo tomaría. - ¿así de fácil? No podía dejar de ver su tatuaje. Versuch sterben. Una frase que no me
queda, quise morir sin haber intentado seguir adelante, ser feliz. Miré hacia
la ventana, era un día bonito. No hacía tanto frío como otros días. Ya casi era
otoño y muy pronto tendría que sacar toda mi ropa de frío. Calgary no es un
lugar cálido, sin embargo estar a 10° es perfecto para no traer suéter.
- ¿De que parte de Alemania es tu mamá? Fui hace
algunos años, tú sabes, para no ser una molestia para mis padres. Berlín y
después Polonia.
- Stuttgart. Mi papá es de aquí. Ella quería que
naciera allá, sin embargo al querer regresar le dijeron que su embarazo estaba
muy avanzado y que no era seguro viajar. Siempre le reclama a mi papá diciendo
que lo hizo a propósito. Vivimos allá 5
años, en Stuttgart, Munich y Dresden. Cuando mi mamá estaba embarazada de Abby
volvimos y nació allá. Le pareció justo a mi papá.
Se veía tan tranquilo y sin preocupaciones cuando
hablaba. ¿Por qué no podía sentirme así? Siempre estaba insegura de lo que iba
a decir, y a él nunca le faltaban las palabras. ¿No tiene defectos este hombre?
- ¿Stuttgart? – dije lentamente, y se rio - ¡Oye! Nunca
fui buena en alemán, o portugués. Mis papás intentaron de todo. ¿Qué tan bueno
es tu alemán?
- Bastante bueno, y lo digo sin presumir. – Sonrió y
volteó a verme, - Ich mag deine Augen.
Wow. Su tono y su mirada. No tengo idea de qué fue
lo que dijo pero sonó bastante bien. Sé un poco de francés. No puede saber
todos los idiomas del mundo.
- Je n'aime pas la viande crue.
- Moi
non plus, juste assez cuite.
- ¿Hay algún idioma que no sepas? – dije sorprendida.
Un dato más sobre él: tampoco le gusta la carne cruda. - ¿Qué significa lo que
dijiste? No lo voy a repetir, no te daré el gusto de burlarte de mi otra vez.
- Me gustan tus ojos. – volteó a verme y sus ojos
estaban fijos en los míos. No sabía que decir. Nunca me habían dicho algo así,
siempre habían sido insultos. Estoy segura que mi cara estaba completamente
roja.
- Gracias. No es algo que escucho muy a menudo.
- No debería
ser así. Estamos por llegar, dime por donde llegó a tu departamento.
Le di indicaciones y llegamos en 10 minutos. Se
estacionó en la entrada y me volteó a ver.
- Me gustó la plática de hoy. Es interesante que aquí
no hayas puesto ningún pero y en la clínica me hagas el trabajo un poco
difícil.
- Nada es fácil en la vida, Doc. Gracias, de
verdad. – sus ojos seguían fijos en mí. ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué estaba
sintiendo? Sus ojos, su nariz, su boca, la barba que muy apenas se asomaba en
su barbilla, todo era tan perfecto en él, y la manera en que me miraba.
- ¿Te veré mañana? – su voz.
- Si, gracias Mark. – Y sin pensarlo me estiré
hacia él y le di un beso en la mejilla. Le sonreí y me bajé rápido del carro.
No quería escuchar nada o ver que hacía.
Entré a la recepción y vi que seguía allí. No me
podía ver a través de las puertas pero yo si. No alcanzaba a ver su rostro por
los vidrios un poco polarizados. Duró unos segundos más y se fue.
Mark me hacía sentir diferente. Me sentía feliz
cuando estaba con él, mis preocupaciones se iban, esa necesidad de ver sangre
salir de mi cuerpo se extinguía cuando escuchaba su voz. ¿Qué me estaba pasando
con él?
Subí a mi departamento y me recosté en el sofá. Empecé
a recordar todo lo que había pasado. “Nunca había tenido tanto interés en los
problemas de un paciente.” ¿Era cierto? “Me gustan tus ojos.” Mark me dio mucho
que pensar. Claramente no puede ser cierto eso. Soy un desastre de persona y
nunca hago las cosas bien. Nadie ha mostrado interés en mí, nunca, pocas veces
mis papás.
Quizás sólo estaba siendo amable, probablemente es
algo que le diga muy seguido a todos sus pacientes. No pude concentrarme en la
película que estaba en la televisión. Seguía pensando en él y en lo que estaba
despertando en mí.